Ivan Eland
Con los medios de comunicación concentrados en la cumbre de la OTAN en Chicago
sobre el futuro rol de la organización en Afganistán, el plan del
presidente Obama de reforzar la alianza pasó mayormente fuera del
alcance del radar. A pesar de que los Estados Unidos supuestamente
“pivotean” a Asia para contener el ascenso chino mediante el aumento de
alianzas con los vecinos de China, los Estados Unidos están una vez más
tratando de asegurarlo todo a través del apuntalamiento de la OTAN en
Europa.
Al menos en Asia existe una potencia en ascenso respecto de la cual
estar nerviosos. En Europa, incluso una Rusia que a veces no hace
exactamente lo que los Estados Unidos desean no es la Unión Soviética.
Es cierto que los rusos aún poseen un gran arsenal nuclear, del cual a
sus vecinos de Europa del Este les agradaría verse protegidos; pero
incluso sin el escudo nuclear estadounidense solventado por la OTAN,
estas naciones podrían estar protegidas por la disuasión nuclear de Gran
Bretaña y Francia.
Desde que finalizó la Guerra Fría, la OTAN entró en modo de
“expansión (en territorio y misión) o muerte”. La alianza, es decir los
Estados Unidos, se comprometió a defender a muchos de los nuevos
miembros de Europa del Este y llevó a cabo la mayor parte de sus
misiones militares fuera del área del Atlántico Norte (por ejemplo, las
intervenciones en Bosnia, Kosovo, Afganistán y Libia) en violación de
sus estatutos. Los estatutos sólo proveen para la defensa colectiva de
los Estados miembros. En lugar de expandirse, se debería haber permitido
que la OTAN pereciese. La alianza tuvo éxito en su misión original de
disuadir un ataque soviético en el área de la OTAN hasta que la Unión
Soviética colapsó por sus propias contradicciones.
Pese a que las relaciones con Rusia no ideales, una de las razones
por las que los Estados Unidos han llevado una alianza hostil hasta las
fronteras de una debilitada Rusia—son mejores de lo que eran durante la
temporada anterior de Vladimir Putin como presidente. Los rusos
proporcionaron a la desesperada alianza una línea alternativa de
aprovisionamiento a Afganistán cuando la ruta a través de Pakistán se
tornó problemática. En general, Rusia y los Estados Unidos ven coincidir
sus intereses en la lucha contra los islamistas radicales. Rusia
también suscribió un importante tratado de control de armas con los
Estados Unidos que limita las armas nucleares estratégicas y ha
proporcionado a los EE.UU. algo de ayuda detrás de la escena al
presionar a Irán para que abandone su programa nuclear.
En cualquier caso, la Guerra Fría terminó, y los todavía
relativamente ricos europeos deberían ahora defenderse a sí mismos en
lugar de depender de unos Estados Unidos con sus propios problemas
fiscales. Sin embargo, el presidente Obama ha propuesto medidas para
fortalecer la alianza: la adquisición de aviones no tripulados de
vigilancia, el otorgamiento a la OTAN del control sobre un sistema de
defensa antimisiles construido por los Estados Unidos, la donación de
los radares e interceptores de misiles de los navíos estadounidenses
Aegis a la OTAN en tiempos de crisis, y el reemplazo de las tropas de
los Estados Unidos transferidas desde Europa con unidades militares
estadounidenses rotativas para mantener a las fuerzas de los países de
la alianza entrenando juntas incluso después de la retirada de
Afganistán. Debido a que la amenaza a la zona del Tratado en Europa es
muy baja, este entrenamiento meramente permite a los Estados Unidos
obtener la prenda de cambio por proveer a la defensa de Europa: una hoja
de parra del multilateralismo cuando se llevan a cabo aventuras
militares estadounidenses en el mundo en desarrollo.
La reciente intervención en Libia, con los Estados Unidos
aparentemente siguiendo el liderazgo de los europeos, en realidad
demostró la indispensabilidad del poderío militar estadounidense. Desde
el 11 de septiembre, a medida que el problema del “free rider” de la
OTAN empeoró con la explosión de los presupuestos de la defensa
estadounidense y la contracción de los de los países aliados, la brecha
entre las capacidades militares de los Estados Unidos y sus aliados se
ha ampliado. En Libia, los estadounidenses tuvieron que realizar
inicialmente la pesada tarea de derribar las defensas aéreas libias.
Después de que los Estados Unidos prepararon a los aliados para hacerse
cargo de los ataques aéreos, tuvieron entonces que proporcionar
vigilancia, inteligencia, logística y reabastecimiento de combustible
para las operaciones aéreas aliadas. La escasa capacidad de vigilancia
de los aliados es la razón por la cual el presidente Obama desea que la
OTAN adquiera cinco aviones no tripulados de vigilancia Global Hawk.
Y el “viaje gratis” no va mejorar con los europeos en peores
condiciones fiscales—al menos por el momento—que los Estados Unidos. Por
lo tanto, los europeos seguirán disfrutando de un escudo nuclear y
convencional estadounidense a pesar de no abrir completamente sus
mercados a los bienes y servicios de los EE.UU.—como siempre ha sucedido
en el mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Los contratistas
estadounidenses de defensa obtienen poco de los europeos, al igual que
los políticos estadounidenses, que consiguen una vaga “influencia” en
las capitales europeas, pero el contribuyente estadounidense, como es
habitual, saca el extremo corto del palillo al financiar la defensa de
países que pueden darse el lujo de hacerlo por sí mismos.
A medida que la misión de la OTAN en Afganistán se queda sin cuerda, a
efectos de ahorrar dinero a fin de evitar su propia crisis financiera,
los Estados Unidos deben retirarse de la alianza y dejar que Europa se
defienda sola de una amenaza ahora manejable. Por desgracia, los Estados
Unidos parecen incapaces de abandonar su adicción a entrometerse e
intentar controlar los asuntos de Europa.
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