Por Juan Ramón Rallo
Hace 30 años, Singapur y España tenían la misma renta per cápita
(7.800 dólares internacionales en 1981); hoy Singapur tiene una renta
per cápita que duplica la española (59.700 dólares internacionales
frente a 30.400 en 2011). Acaso bastaría esta cifra para mostrar que
existen políticas económicas alternativas a la adoptada en nuestro país y que a largo plazo resultan mucho más exitosas. ¿Por qué no copiar a Singapur en su modelo de Estado pequeño, de impuestos reducidos y de Estado de Bienestar gestionado por los propios ciudadanos?
¡Alto!, suele objetarse: es verdad que la renta per cápita de los
singapurenses es superior a la española, pero la renta per cápita es un
valor medio que esconde numerosas desigualdades internas: los ricos de
Singapur son mucho más ricos que los ricos españoles, pero los pobres de
Singapur también son mucho más pobres que los pobres españoles, por tanto,
mejor crecer menos pero de manera más cohesionada. Y lo cierto es que
si estudiamos diversas medidas de desigualdad, la sociedad singapurense
lo es bastante más que la española: el índice Gini de Singapur se ubica
en torno a 45 y el de España alrededor de 30, mientras que la renta
media del estrato 20% más rico de Singapur es 12 veces mayor que la del
20% más pobre (en realidad, por los motivos que en breve expondré, es
muy posible que sea todavía mayor), mientras que en España es sólo 10 veces mayor.
Sin embargo, que una sociedad sea más desigualitaria que otra no
prueba por sí mismo que el nivel de vida de sus ciudadanos sea peor.
Bastará un ejemplo que todos comprenderemos: Afganistán exhibe una mayor
igualdad en la distribución de la renta que España (las diferencias
entre ricos y pobres son menos acusadas), pese a lo cual los más
desiguales pobres españoles probablemente prefieran seguir viviendo en
nuestro país. Es decir, si a pesar de los mayores diferenciales de
renta, los ciudadanos más pobres del país más desigual son más ricos que
los ciudadanos más pobres del país igualitario, habrá que concluir que
el modelo económico del país desigualitario es superior a la hora de
generar y distribuir riqueza por toda la sociedad.
¿Es éste el caso de Singapur con respecto a España? Rotundamente, sí.
En el siguiente gráfico podemos observar el nivel de renta (en dólares
internacionales) de los distintos percentiles de renta de ambas
sociedades: 20% más pobre, entre el 20% y el 40%, entre el 40% y 60%,
entre el 60% y 80%, entre el 80% y el 90% y el 10% más rico. Como puede
verse, en el año 2008, la renta media de los singapurenses en cada uno
de los tramos era entre un 30% y un 60% superior a la de los españoles.
Por ejemplo, la renta media mensual del 20% de españoles más pobres
fue de 420 dólares internacionales, mientras que en Singapur fue de 560
dólares internacionales (un 33% superior), mientras que el 10% más rico
de los singapurenses disfrutaban de una renta mensual de unos 9.100
dólares internacionales frente a los 5.500 de los españoles (un 66%
más).
Evolución y distribución de la renta por miembro de un hogar en Singapur y España
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Banco de España, el FMI y el Departamento de Estadística de Singapur
La metodología de elaboración del gráfico merece tres comentarios. El
primero y más relevante es que los datos de Singapur sólo incluyen las
rentas de origen salarial, mientras que los datos de España computan
rentas salariales y no salariales. Esta omisión, ya digo, supone un
problema fundamental para comparar ambas rentas que frustraría el
propósito de ese artículo si no fuera porque es una omisión que
perjudica a Singapur (y no poco: en 2008, la renta salarial media fue de
2.350 dólares internacionales, mientras que la renta per cápita era de
4.200 dólares): dicho de otro modo, las rentas de los singapurenses
reflejadas en el gráfico anterior están considerablemente sesgadas a la
baja y, aun así, superan ampliamente las de los españoles. Es por este
motivo que antes comenté que resulta muy probable que la diferencia de
renta entre los ricos y pobres de Singapur sea más de 12 veces superior:
parece lógico que la mayor parte de las rentas no salariales
(dividendos, plusvalías, alquileres, intereses…) se concentren en los
estratos más ricos.
El segundo comentario es que los datos de renta de Singapur incluyen
las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo del empresario y del
trabajador, mientras que las de España sólo incluyen las cotizaciones a
cargo del trabajador. Para corregir este sesgo en contra de las rentas
españolas he optado por incrementarlas en un 30%, que es el porcentaje
medio de cotización empresarial a la Seguridad Social. Por tanto, las
rentas españolas medias que aparecen en el gráfico son antes de
impuestos y de cotizaciones a la Seguridad Social.
Por último, los datos de renta por miembro de hogar del Banco de
España son significativamente menores a la renta per cápita del país
(para 2008, 16.300 euros frente a 23.800), lo que lastra marcadamente
los niveles de renta de los españoles, pero aun así la diferencia entre
la renta per cápita y la renta media por individuo es muy inferior en
España que en Singapur (en este último caso, como hemos comentado, por
no incluir las rentas no salariales). Por tanto, y dado que partimos de
datos oficiales en ambos países, la comparación resulta pertinente.
Tras estos tres matices, podemos la superioridad del modelo económico
mucho más libre de Singapur resulta evidente. De hecho, desde 2008 la
renta per cápita de los singapurenses ha crecido otro 15% (también entre
el 20% más pobre), mientras que la de los españoles ha decrecido un
3,3%; síntoma de un problema mucho más profundo: la economía de Singapur
no es sólo más rica que la española, sino sosteniblemente más rica que la de la burbujística y ladrillera España.
Sólo aquellos que prefieran la igualdad a costa de una mayor pobreza y
peor calidad de vida de los ciudadanos más pobres optarán por el modelo
económico de España. Es decir, sólo aquellos envidiosos que detesten
que los diferenciales de renta entre Singapur y España sean mayores
entre los más ricos que entre los más pobres escogerán pauperizarlos a
todos para reducir esos diferenciales.
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