por Alex Nowrasteh
Alex Nowrasteh es analista de políticas de inmigración del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Los políticos están simplemente jugando a la reforma migratoria.
Conforme estos representantes y senadores toman su turno en los juegos
políticos, introduciendo piezas de legislación diseñadas para llegar a
ningún lado, la burocracia federal de la inmigración
una vez más pone en relieve cuánto el actual sistema oscuro de
inmigración perjudica la economía estadounidense, ahora en su tercer año
de crecimiento anémico.
El representante Lamar Smith (Republicano por Texas), recientemente propuso una ley para eliminar el programa de la visa de diversidad, que concede 55.000 green cards por lotería y en cambio redirige todas esas green cards
a extranjeros altamente calificados graduados de universidades
estadounidenses. Esta ley se sometió a votación hace un par de semanas y
fracasó en la Cámara de Representantes.
Como reacción, el Senador Chuck Schumer (Demócrata por el estado de
Nueva York) y el representante Zoe Lofgren (Demócrata por California),
que representa una parte de Silicon Valley, propusieron su propia
legislación para aumentar el número de green cards para
graduados altamente calificados sin destruir el programa de visas de
diversidad. Es una versión de la ley de Smith destinada a atraer a los
demócratas que respaldan la visa de diversidad, pero ahuyentará a los
republicanos que recientemente se han opuesto a ella.
Ambas leyes, introducidas con provisiones inaceptables para el otro
partido, constituyen un buen teatro político pero deja el problema
fundamental de la reforma migratoria sin resolver.
Desde el 1 de octubre, los trabajadores altamente calificados con visas H-1B pueden empezar a trabajar en EE.UU. Las visas H-1B
son una pequeña sub-sección de las visas que permiten a las empresas
estadounidenses contratar temporalmente a extranjeros altamente
calificados. Junto con los extranjeros con green cards, las
H-1Bs hacen una gran diferencia en las industrias de crecimiento
innovador, aún cuando solamente son contratados 85.000 al año. Alrededor
de la mitad de los que tienen una visa H1-B trabajan en la industria de
computadoras, la gran mayoría del resto trabaja en ingeniería,
ciencias, matemáticas y tecnología.
A lo largo de la última década, el número de empleo en
estos sectores ha crecido tres veces más rápido que el resto de la
economía. Los extranjeros parecen estar particularmente atraídos a estas
industrias de alto crecimiento. Alrededor de un 35 por ciento de los
ingenieros, 27 por ciento de los científicos de computadoras y
matemáticos, y 25 por ciento de los científicos físicos nacieron en el
extranjero.
Para ser claros, los estadounidenses son atraídos a estas industrias
también. Las empresas estadounidenses tratan de contratar inmigrantes
con H-1Bs y altamente calificados cuando se están expandiendo. Las
empresas de tecnología más pequeñas que emplean H-1Bs contratan de 5 a 7
empleados por cada trabajador contratado con visa H-1B. Los
trabajadores con visa H-1B expanden la producción, lo que significa que
las empresas que tienen que contratar a otros estadounidenses también
para que trabajen al lado de los inmigrantes con visa H-1B. Esa es una
razón por la cual más trabajadores extranjeros de tecnología no reducen
los salarios de los estadounidenses.
Cada año, las empresas en Silicon Valley y otros lugares piden más visas
H-1B de las que son emitidas. Este año, después de tan solo dos meses
de aceptar visas H-1B, el gobierno tuvo que parar porque la cuota se
había agotado. La década anterior, cuando la economía crecía a un paso
acelerado, la cuota anual se llenaba en un solo día.
Los presidentes George W. Bush y Obama han hecho mucho para obstaculizar
la visa H-1B. En virtud del Programa de Alivio de Activos Tóxicos
(TARP, por sus siglas en inglés) de Bush, a las empresas financieras
siendo rescatadas no se les permitió contratar trabajadores con visa
H-1B.
Tampoco es que contratar trabajadores con visa H-1B sea fácil o barato.
Las empresas ya gastan alrededor de $6.000 en pagos legales y al
gobierno por trámites por cada H-1B y casi el doble en las green cards auspiciadas
por los empleadores. Obama no pensaba que esos pagos eran lo
suficientemente altos, así que los duplicó para las empresas que
dependían mucho de trabajadores con visas H-1B, principalmente empresas
de la India, financien los mayores esfuerzos para asegurar la frontera.
Las empresas dinámicas de Silicon Valley y la industria de tecnología
son altamente dependientes de los trabajadores altamente calificados.
Conforme crecen, también crece la demanda de trabajadores altamente
calificados. Para continuar expandiéndose en esta economía generalmente
moribunda y permanecer siendo una luz brillante de éxito económico,
necesitan ser liberadas de las obtusas y restrictivas cuotas y reglas de
inmigración que obstaculizan su expansión.
Las leyes propuestas por Schumer, Lofgren y Smith liberarían algo de
esta presión. Pero cuando una reforma desesperadamente necesitada es
demorada por la visa de diversidad, que no tiene nada que ver con la
inmigración altamente calificada y es culpada por muchos pecados que
nunca ha cometido, queda claro qué tan poco serio es Washington acerca
de resolver el lío de inmigración que ha creado.
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