Dieciocho paisanos capturados —desde el 20 de agosto—, juzgados —en
nueve días— y condenados —este miércoles— en Nicaragua, podrían
enfrentar la pena máxima de prisión: 30 años.
El juez Edgar Altamirano no duda cuál era la
verdadera actividad de los acusados disfrazados de periodistas… aunque
ellos aleguen haber cometido sólo defraudación aduanera.
La dura sentencia —por los delitos de tráfico internacional de
drogas, lavado de dinero y crimen organizado— se dará a conocer el
próximo 18 de enero, en Managua.
Las que se mostraron, en un principio, como sospechosas implicaciones
de la empresa Televisa con la noticia —a pesar de los deslindes
realizados oportunamente— generaron mayor morbo. Si Televisa no hubiera
sido mentada, esta información no hubiera ocupado primeras planas en
algunos diarios nacionales… ni espacios relevantes en noticieros de
radio y televisión.
Si los criminales juzgados en Nicaragua no hubiesen utilizado seis
camionetas clonadas de la empresa televisiva, el caso hubiera llamado la
atención al momento de darse a conocer… para pasar después a
“interiores”, antesala del olvido. Hubiera sido otra narconoticia del narcomontón.
Pero el uso de colores, logotipos, uniformes y supuesto equipo profesional de la televisora mexicana atizó la hoguera.
La sola presunción del involucramiento de Televisa en negocios sucios
fue pretexto suficiente para una tormenta informativa perfecta… para el
reinicio de una guerra que estaba en suspenso.
No tardaron los golpes bajos contra Televisa. Ríos de tinta y horas
largas de tiempo aire fueron ocupadas para denostar y/o defender el
prestigio de la empresa de televisión más grande e importante del país.
La noticia de la captura y el proceso de los mexicanos detenidos en
Nicaragua, quienes se hicieron pasar como empleados de Televisa, fue
utilizada para desahogar viejas rivalidades y revanchas personales.
Los medios fueron utilizados por los propios medios.
La audiencia quedó atrapada en un asunto cuyo verdadero fondo poco tenía que ver con la captura de los “condenados” mexicanos.
El vendaval atrapó también a la autoridad del DF, quien actuó con
toda celeridad para esclarecer el registro de los vehículos en los
cuales se transportaron 9.2 millones de dólares en efectivo (la
investigación también reveló la presencia de restos de una sustancia
equiparable a la cocaína).
El caso de los “condenados” mexicanos muestra usos y abusos.
Intereses y rencillas son fuerzas poderosas capaces de mover la
pesada maquinaria de prensa, radio y televisión a fin de sacarle
provecho al morbo de quienes hacen posible su vigencia.
Todo esto es mala noticia.
La buena es que el mundo no ha terminado.
MONJE LOCO: Por razones de salud —mental— el Monje se recoge y cierra la Ventana
—de aquí al 8 de enero—. Ignora si el reposo es merecido, cuando para
los lectores debería ser necesario… por no decir indispensable. Total
“el búho (Excélsior) canta aunque la rama cruja”.
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