18 diciembre, 2012

Moreira contra Calderón



Moreira contra Calderón

Manuel Ajenjo
 
En esta esquina, originario de Saltillo, Coahuila, de 46 años cinco meses; exgobernador de su natal estado y expresidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI: Humberto El Endeudador Moreira. En esta otra, originario de Morelia, Michoacán, de 50 años cuatro meses, expresidente de los Estados Unidos Mexicanos, alias México, Felipe de Jesús El Guerrero Calderón.
 
(Imposible seguir adelante sin antes establecer dos cuestiones. Una: los apodos utilizados para presentar aquí a los dos contendientes son totalmente falsos. A Felipe de Jesús, no se le puede llamar El Guerrero ya que, según dijo, ni en sus conversaciones más íntimas ha usado la palabra guerra, aunque reporteros de mala leche y de diferentes periódicos comprobaron que cuando menos en siete ocasiones empleó el sustantivo.


Si es necesario ponerle un remoquete a Calderón éste podría ser: El Necedades. El Empecinado o cualquier sinónimo de este calificativo: Obstinando, Pertinaz o Terco.


Llamar a Moreira El Endeudador es una malévola falacia. El profesor coahuilense comprobó ante la PGR que cuando era Gobernador fueron sus subalternos los que endeudaron a la entidad de manera irregular sin que él se diera cuenta. Como en el caso anterior si hubiera que ponerle un sobrenombre éste podría ser cualquiera de las siguientes opciones: El Desinformado, El Despistado, El Engañado o, de plano, El Apendejado.


La segunda cuestión que obligó al paréntesis es en serio. No hay dolor más grande en la vida de un ser humano que perder un hijo. Mi solidaridad de padre para Humberto Moreira Valdés. Comparto el sufrimiento del hombre.


Humberto Moreira el político es diferente. Tengo la leve sospecha que el exgobernador de Coahuila es proclive a la mentira y está rodeado de un tufillo a corrupción que da origen a mi crítica que tiene tendencia a la burla).


Dicho lo anterior continuamos.


El pleito


Entrevistado después del bautizo de su nieto, hijo de su primogénito asesinado Eduardo Moreira Rodríguez, el profesor Humberto Moreira reveló que acusó a Felipe Calderón ante la Corte Penal Internacional de La Haya por los más de 100,000 muertos y 30,000 desaparecidos que dejó la guerra en contra del crimen organizado durante su sexenio.


Reitero mi comprensión por la pena de la pérdida de su hijo, pero cuando la pena se mezcla con el oportunismo partidista o, peor aún, con la conveniencia personal, se convierte en el peor de los chantajes.


Moreira Valdés calificó el periodo presidencial de Felipe Calderón como el peor de México -no especificó si en toda la historia, en el siglo XXI o en el último sexenio-. Dijo que Calderón Hinojosa es comparable con Victoriano Huerta, “pues los dos se robaron la Presidencia” -Calderón con el aval del partido que presidió el acusador-.


Ya encarrerado el exgobernador -nótese que evité el sustantivo ratón para no transmutarlo en adjetivo- comentó que “tarde o temprano” se enfrentará con el expresidente en la precitada Corte de La Haya; dijo estar seguro de que esta instancia internacional “lo castigará y encarcelará algún día”.


Enseguida, el hermano del actual Gobernador de Coahuila emitió una sentencia eterna: “No conocerá el cielo porque está condenado a no ir ahí un hombre que trae en sus espaldas 100,000 muertos”


(¡Sopas! Se tiró a matar don Humberto, que tal vez ignore que según el beato Juan Pablo II “el cielo existe, pero no está en un lugar físico entre las nubes”. “El cielo es estar en comunión con Dios” -lo que no explicó el que va pa’santo que vuela es cómo se puede estar en comunión con Dios después de muerto-).


De regreso a los asuntos terrenales, Moreira también criticó el desempeño de las autoridades de Coahuila sobre las investigaciones por el asesinato de su hijo. “El 90% de la investigación lo realicé yo, con una participación muy elemental y limitada por parte de la autoridades estatales”.


Luego anunció que se va del país “después de la terrible persecución” que Calderón ejerció contra él por la deuda estatal -ya apareció el peine-.


La “terrible persecución” terminó el pasado 21 de noviembre, todavía en el sexenio del réprobo michoacano, cuando la Procuraduría General de la República determinó: “No existe un solo medio probatorio del que se desprendan indicios de la probable responsabilidad del ciudadano Humberto Moreira Valdés en la comisión de los referidos ilícitos”.


(Aquí entre nos: Al saber la anterior noticia pensé -piensa mal y acertarás- que la exoneración de Moreira formó parte del paquete de acuerdos generados -en lo oscurito- durante el proceso de entrega recepción entre el gobierno actual y el anterior).


Durante su autoexilio, que comenzará en los primeros días del 2013. Humberto Moreira viajará al extranjero, no precisó el destino, para aprender inglés, realizar estudios de maestría y doctorado, escribir tres libros y “sanar el alma” de los problemas que ha sufrido. (Esto último es justo y necesario. Con la misma sinceridad de mi crítica le deseo consuelo para su aflicción).


Me llama la atención los tres libros que va a escribir -el número tres ligado a libros y a un político siempre traerá recuerdos de la FIL de Guadalajara 2011-.Entre los libros que pretende escribir destaca uno que se llamará El Odio del Águila, donde denunciará las tropelías que cometió Calderón Hinojosa -¿por qué no las denunció antes mi estimado?


No resisto la tentación de referirme, en alguna forma, al título El Odio del Águila. Se me ocurre que unos años después de su publicación el precitado libro sea citado por algún candidato a cualquier cargo de elección al que le pidan mencione tres de sus libros favoritos y éste diga: “La Presidencia Imperial de Humberto Krause, El Odio del Águila de Carlos Moreira y La Biblia del profesor Enrique Fuentes Valdés, son tres libros que disfruté leer y a veces confundo a sus autores”.


El escritor en ciernes comentó que su viaje lo hará mediante una beca proporcionada por las secciones 5 y 38 del SNTE -dato relevante y revelante- y que piensa regresar de su destierro voluntario en el 2016 para publicar los tres libros, en los que va a dar cuenta de las causas por las que se enojó Felipe Calderón. Según dijo, el Presidente encolerizó cuando el priísta no quiso hacerle algunos favores inmorales -¿cómo cuáles?


¿Que Vallejo declinara en Michoacán en favor de Cocoa? O, ¿lo invitó a ser becario en Los Pinos? Calificó al michoacano de desequilibrado mental y comentó que otro motivo del enfado que tuvo con él fue porque dijo que era un borracho. (Aquí Moreira Valdés se creyó Fernández Noroña). 


Felipe Calderón, quien seguramente anda de vacaciones, para iniciar con la pila bien cargada su labor académica en Harvard, aparentemente no se enteró de lo declarado por el exgobernador coahuilense ni de quién le pagará la beca. Pero, delo usted por seguro, cuando se entere se va arrepentir de haber dejado impunes al profesor y a la maestra.
El vocero de lo que queda del PAN, Juan Molinar Horcasitas -del sur- calificó de “inadmisibles, falsos y sin sustento” los señalamientos de Moreira Valdés. Además, como estamos en temporada de posadas trajo a colación: “que durante la administración de Moreira como Gobernador de Coahuila se registraron altos índices de criminalidad”.


Ejercicio de imaginación


Invito a los lectores a que a la manera de Josefina Vázquez Mota hagamos un ejercicio de imaginación:
Supongamos que por órdenes de la maquiavélica lideresa del SNTE para que la beca que pagarán las secciones 5 y 38 de dicho Sindicato al profesor Moreira sea efectiva éste tenga la obligación de inscribirse en la Escuela de Gobierno Jhon F. Kennedy de la Universidad de Harvard.


Ahora figurémonos que por azares de La Maestra o por caprichos del destino -o al revés- al alumno Moreira le toca estar en la cátedra del académico Calderón. Imaginemos el pase de lista:
Moreira Valdés Humberto. Presente.


Dígame una cosa Moreira, ¿por qué se inscribió en mi clase? Pues es que como tiene usted inclinación por la Marina me imagino que como maestro es barco. Sé que anda escribiendo cosas alarmantes de mí. ¿En mis libros? No, en los baños, así que le prohíbo entrar a mi cátedra. Está bien, yo no voy a entrar a su cátedra ni usted al cielo.

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