- Diego Sánchez de la Cruz -
Desde hace ya dos años, Japón venía comprando deuda soberana de EEUU a un ritmo creciente.
Si en verano de 2011, el volumen de deuda pública estadounidense que
atesoraba el país nipón era inferior en $425.000 millones de dólares al
montante total amasado por China, este diferencial se había desplomado
hasta los $30.000 millones de dólares en apenas un año.
La siguiente gráfica muestra esta tendencia: la línea roja es para China, la azul para Japón y las barras recogen la diferencia entre ambos países.
A raíz de estas operaciones, Japón es hoy el segundo mayor comprador de deuda pública estadounidense. No obstante, todo apunta a que esta tendencia comenzará a invertirse en los próximos meses, ya que el nuevo gobierno nipón de Shinzo Abe pretende animar la economía japonese a golpe de estímulos fiscales y monetarios. Sobre el primer punto ya se ha anunciado una batería de medidas de gasto por valor de $117.000 millones de dólares. La decisión es especialmente notable en un país cuya deuda pública ya está en niveles del 240% del PIB.
En cuanto al segundo punto, la agencia Reuters ya señaló hace días que las intenciones del gobierno de Abe y el Banco de Japón van por este camino. Según las informaciones disponibles, el banco central nipón está preparándose para multiplicar por dos su objetivo de inflación e iniciar una nueva fase de flexibilización cuantitativa y expansión monetaria.
Según ha explicado el analista estadounidense Peter Schiff, las nuevas medidas anunciadas desde Tokyo podrían tener las siguientes consecuencias:
- Impidiendo que la industria japonesa se acomode a un yen más fuerte, el Banco de Japón podría acabar distorsionando la economía nipona para mantener una sensación de competitividad irreal.
- El aumento de la inflación podría invitar a los inversores japoneses a acudir a valores refugio como los metales preciosos o las materias primas. Esto afectaría negativamente al desempeño de los bonos nipones en el mercado de deuda.
- Al caer la demanda doméstica de deuda estatal, el Banco de Japón se vería obligado a dejar de atesorar bonos de EEUU, pasando entonces a dedicar su “estímulo monetario” al financiamiento de los “paquetes de estímulo” del nuevo gobierno de Tokyo.
- Por último, como esto implicaría que Japón reducirá sus compras de deuda pública estadounidense, la Reserva Federal podría caer en la tentación de seguir imprimiendo dinero para seguir maquillando los desequilibrios presupuestarios de la Administración Obama.
No obstante, si bien el escenario descrito por Schiff tiene mucho sentido, también es posible que ocurra todo lo contrario, y el gobierno de Tokyo emplee la política monetaria para comprar aún más bonos de deuda estadounidense (y, de esta forma, abaratar el yen). La divisa nipona ya se ha dejado el 12% de su valor en los últimos cuatro meses, pero varios analistas apuntan que el nuevo gobierno japonés está interesado en recurrir al banco central para profundizar esta tendencia y así animar las exportaciones.
Ocurra una u otra cosa, estamos ante un escenario que recuerda a aquel fenómeno que el matemático Edward Lorenz llamó “efecto mariposa“. En un contexto de notable interconexión económica internacional, Japón aplica estas medidas fiscales y monetarias a nivel doméstico pero sus decisiones acaban teniendo consecuencias muy significativas para Estados Unidos. En el escenario que describe Schiff, la Reserva Federal pasaría a la acción, todo lo contrario que la segunda opción considerada, en la que el Tesoro estadounidense se beneficiaría notablemente, dando un respiro a la arriesgada política monetaria de Washington.
En cualquier caso, tanto Japón como Estados Unidos tendrán que enfrentar a largo plazo las consecuencias de aplicar medidas fiscales y monetarias cuyos efectos positivos solamente se notan en el corto plazo. Que el Estado gaste más y que la banca central financie ese endeudamiento adicional puede servir para retrasar un ajuste, pero nunca para evitarlo. Al final del día, los problemas de fondo de Japón y Estados Unidos seguirán en pie, por lo que parece más recomendable decirle adiós a la decadente espiral de déficit público y expansión monetaria que está castigando gravemente a buena parte de las economías avanzadas.
La siguiente gráfica muestra esta tendencia: la línea roja es para China, la azul para Japón y las barras recogen la diferencia entre ambos países.
A raíz de estas operaciones, Japón es hoy el segundo mayor comprador de deuda pública estadounidense. No obstante, todo apunta a que esta tendencia comenzará a invertirse en los próximos meses, ya que el nuevo gobierno nipón de Shinzo Abe pretende animar la economía japonese a golpe de estímulos fiscales y monetarios. Sobre el primer punto ya se ha anunciado una batería de medidas de gasto por valor de $117.000 millones de dólares. La decisión es especialmente notable en un país cuya deuda pública ya está en niveles del 240% del PIB.
En cuanto al segundo punto, la agencia Reuters ya señaló hace días que las intenciones del gobierno de Abe y el Banco de Japón van por este camino. Según las informaciones disponibles, el banco central nipón está preparándose para multiplicar por dos su objetivo de inflación e iniciar una nueva fase de flexibilización cuantitativa y expansión monetaria.
Según ha explicado el analista estadounidense Peter Schiff, las nuevas medidas anunciadas desde Tokyo podrían tener las siguientes consecuencias:
- Impidiendo que la industria japonesa se acomode a un yen más fuerte, el Banco de Japón podría acabar distorsionando la economía nipona para mantener una sensación de competitividad irreal.
- El aumento de la inflación podría invitar a los inversores japoneses a acudir a valores refugio como los metales preciosos o las materias primas. Esto afectaría negativamente al desempeño de los bonos nipones en el mercado de deuda.
- Al caer la demanda doméstica de deuda estatal, el Banco de Japón se vería obligado a dejar de atesorar bonos de EEUU, pasando entonces a dedicar su “estímulo monetario” al financiamiento de los “paquetes de estímulo” del nuevo gobierno de Tokyo.
- Por último, como esto implicaría que Japón reducirá sus compras de deuda pública estadounidense, la Reserva Federal podría caer en la tentación de seguir imprimiendo dinero para seguir maquillando los desequilibrios presupuestarios de la Administración Obama.
No obstante, si bien el escenario descrito por Schiff tiene mucho sentido, también es posible que ocurra todo lo contrario, y el gobierno de Tokyo emplee la política monetaria para comprar aún más bonos de deuda estadounidense (y, de esta forma, abaratar el yen). La divisa nipona ya se ha dejado el 12% de su valor en los últimos cuatro meses, pero varios analistas apuntan que el nuevo gobierno japonés está interesado en recurrir al banco central para profundizar esta tendencia y así animar las exportaciones.
Ocurra una u otra cosa, estamos ante un escenario que recuerda a aquel fenómeno que el matemático Edward Lorenz llamó “efecto mariposa“. En un contexto de notable interconexión económica internacional, Japón aplica estas medidas fiscales y monetarias a nivel doméstico pero sus decisiones acaban teniendo consecuencias muy significativas para Estados Unidos. En el escenario que describe Schiff, la Reserva Federal pasaría a la acción, todo lo contrario que la segunda opción considerada, en la que el Tesoro estadounidense se beneficiaría notablemente, dando un respiro a la arriesgada política monetaria de Washington.
En cualquier caso, tanto Japón como Estados Unidos tendrán que enfrentar a largo plazo las consecuencias de aplicar medidas fiscales y monetarias cuyos efectos positivos solamente se notan en el corto plazo. Que el Estado gaste más y que la banca central financie ese endeudamiento adicional puede servir para retrasar un ajuste, pero nunca para evitarlo. Al final del día, los problemas de fondo de Japón y Estados Unidos seguirán en pie, por lo que parece más recomendable decirle adiós a la decadente espiral de déficit público y expansión monetaria que está castigando gravemente a buena parte de las economías avanzadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario