16 enero, 2013

Porros, perros… y criminales

José Cárdenas


Porros, perros…  y criminales
Entre broma y veras, Miguel Ángel Mancera se sacó el “tigre de la rifa”.
La campaña por la Jefatura de Gobierno del DF fue un día de campo. La bien ganada fama y popularidad el ex procurador estuvo a tope. La ausencia de oposición fue evidente. Todo pintó como debía.
Pero…
A fin de cuentas el plácido segundo semestre en la capital del país resultó ser la calma que precede a la tormenta. La ciudad dejó de ser una isla en medio de la violencia nacional.
En un mes y diez días de administración, el jefe de Gobierno no ha tenido respiro. Cuando no son los porros, son los perros… y si no, los criminales que hicieron del pasado fin de semana las 72 horas más violentas y “atípicas” de los últimos tiempos —se contaron 25 muertos—.
El bombardeo de noticias alarmantes no ha dado respiro al gobernante capitalino.


En 40 días Mancera ha gobernado a reacción, tapando los agujeros heredados de Marcelo Ebrard… o resolviendo los enredos de sus propios colaboradores.
El caso de los vándalos detenidos el primero de diciembre fue el primer cohetón. Atacado a dos fuegos, el jefe de Gobierno, en mancuerna con la Asamblea Legislativa, no encontró la mejor salida sino la menos mala. La reforma al artículo 362 del Código Penal del DF contuvo las ansias de muchos quienes pretendían ubicar al doctor Mancera como un represor… aunque haya resultado insuficiente para contener la ira justificada de los empresarios y comerciantes quienes resultaron víctimas de los destrozos de aquel sábado de furia.
El caso de la jauría asesina de Iztapalapa fue la segunda prueba. El abogado de la ciudad y su equipo se enredaron entre la investigación y la presión de los defensores de animales. Perdieron el control… y, al final, la Procuraduría del DF se convirtió en agencia de adopciones de perros famélicos. Los ladridos feroces acabaron en aullidos.
En ambos temas, porros y perros, no hay respuestas, los culpables de los disturbios siguen libres y las muertes de cinco personas en el Cerro de la Estrella aún no han quedado debidamente aclaradas.
Aún más grave es el tema de la violencia. Lo ocurrido el fin de semana, somete a prueba la capacidad de las instituciones para mantener el orden y conservar la idea de que la capital del país sigue siendo uno de los enclaves más seguros de la República.
Pero hay legítima suspicacia. ¿Acaso las nubes negras, sobre el mismo cielo y al mismo tiempo, suelen formarse de pura casualidad?
Alguien podría estar  midiendo a Miguel Ángel Mancera… y alguien podría estarlo retando.
MONJE LOCO: La Ley de Víctimas es malquerida por las organizaciones de derechos humanos. Funcionarios y ex funcionarios la detestan. Buscan lapidarla. Demandan un replanteamiento general. El ex ombudsman nacional, José Luis Soberanes, la califica de “batiburrillo” —mezcla de sabores, colores y estilos; conjunto de cosas que no combinan—. Soberanes dice, además (en La Jornada), que la nueva norma es “bastante malita (…) producto de las bacanales legislativas, donde sacan las cosas con una irresponsabilidad mayúscula (…) porque no son especialistas y andan viendo cómo se cuelgan medallitas”. La Ley de Víctimas no se va a poder aplicar —sentencia, rotundo, el jurista—“. ¿Entonces sí es un capricho?

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