Se abusó del amparo; ahora se modifica (¿para bien?)
Leo Zuckermann
Que el Estado promueva una mayor competencia económica
en el país y ponga orden en sectores donde prevalece un desbarajuste.
En México se
abusó del juicio de amparo. Originalmente fue diseñado como un
procedimiento constitucional para defender los derechos humanos contra
posibles abusos de poder por parte de las autoridades. Pero muchos
empresarios utilizaron este instrumento jurídico para hacer legal lo
ilegal o evitar la acción de la justicia.
Hay
muchos ejemplos. Recuerdo que un titular de la delegación Cuauhtémoc del
DF, donde se encuentra la mayoría de los antros capitalinos, quiso un
día poner orden en este sector. Muchos de los establecimientos no
cumplían con las reglas, carecían de los permisos para operar e incluso
vendían alcohol adulterado y drogas. El delegado, sin embargo, no los
podía clausurar porque todos se encontraban amparados por el mismo juez.
A la postre se encontró que los dueños de los antros extorsionaban a
este funcionario judicial con información escandalosa sobre su vida
privada. El hecho es que el delegado no pudo hacer absolutamente nada
con los antros de su demarcación que, gracias al juicio de amparo,
operaban con toda impunidad.
Pero no sólo
empresarios de giros dudables han abusado del amparo en México. Grandes
hombres de negocio, reconocidos en el mundo entero, con fortunas
multimillonarias, han también utilizado este instrumento jurídico para
proteger los intereses de sus empresas. La Comisión Federal de
Competencia ha impuesto, por ejemplo, multas millonarias a Telmex por
prácticas monopólicas. La telefónica, sin embargo, siempre se ha
amparado, logrando la suspensión del acto de autoridad y ganando, así,
tiempo. Y es que estos litigios se extienden por mucho tiempo (estamos
hablando de años).
En fin, que ejemplos hay
muchos de cómo se ha abusado del amparo. En 2009, sin embargo, el
Constituyente Permanente aprobó una reforma constitucional a este juicio
para comenzar a ordenarlo. Se removió la llamada “Fórmula Otero”.
Antes, cuando un juez daba un amparo, dicho juicio sólo protegía al
demandante. Sus efectos eran relativos, no universales. Si yo, por
ejemplo, me amparaba en contra de un acto de autoridad por
inconstitucional, y el juez me daba la razón, pues sólo yo podía gozar
de la suspensión del acto. Con un amparo, el Poder Judicial sólo
protegía al individuo, no a la sociedad entera. Ahora, gracias a la
reforma constitucional, la sentencia puede aplicarse a todos los
ciudadanos una vez que se otorguen cinco amparos en el mismo sentido.
Se
trata de un buen cambio. Otro positivo es que se modificó el concepto
de interés jurídico por el de interés legítimo. De esta forma, los
ciudadanos pueden defender derechos sin estar involucrados personalmente
en un caso. Gracias a eso, por ejemplo, la asociación Mexicanos
Primeros interpuso esta semana una demanda de amparo para que el
gobierno suspenda “pagos ilegales con recursos educativos”. La
organización no gubernamental ha podido proceder así alegando un interés
legítimo en la materia.
Eso en cuanto a la
reforma constitucional. Ayer la Cámara de Diputados aprobó la ley
secundaria sobre el juicio de amparo que ya había sido aprobada por el
Senado. Lo interesante de esta legislación es que impide que se suspenda
el acto de autoridad para los llamados centros de vicios, casinos y
sitios de juego, apuestas y sorteos. Esto ya empieza a limitar los
abusos que se cometían con los amparos.
Pero lo
que ha causado más controversia, y que finalmente se aprobó en una
votación muy cerrada, es que ya no habrá la suspensión del acto de
autoridad para todas las empresas que operan en sectores económicos
concesionadas por el Estado (minas, compañías telefónicas, estaciones de
radio y televisión, comercializadoras de gas, por ejemplo). Se trata de
una herramienta fortísima para enfrentar a poderosos grupos de interés
que ahora les dicen “poderes fácticos”.
Me
parece correcto que el Estado limite los abusos del juicio de amparo.
Pero eso, de ninguna forma, justifica que ahora el Estado abuse de estas
reformas con fines políticos. Aquí de lo que se trata es de que el
Estado promueva una mayor competencia económica en el país y ponga orden
en sectores, como el de los antros y casinos, donde prevalece un
desbarajuste
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