CATÓN
DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
Un hombre divorciado se topó con su exesposa en una fiesta.
Inspirado por dos o tres copas le propuso: "Vamos a recordar los viejos
tiempos. Iremos a un motelito, y ahí te haré el amor". Rechazó ella con
vehemencia: "¡Sobre mi cadáver me harás el amor!". Replica él: "Así te
lo hice siempre". Don Algón, ejecutivo de empresa, observó que su socio
don Chinguetas guardaba en la caja fuerte de su oficina una pequeña
llave. "¿Qué llave es ésa?" -le preguntó, curioso. "Me apenará decírtelo
-contestó don Chinguetas-, pero entre socios no debe haber secretos.
Esa llave abre y cierra el cinturón de castidad que le puse a mi mujer".
Don Algón quedó estupefacto al oír eso. "¿Le pusiste a tu esposa un
cinturón de castidad?".
"Así es" -admitió don Chinguetas con vergüenza.
"Amigo mío -habló don Algón-, perdona mis palabras. Tu esposa Macalota
es una buena mujer; amable, servicial, excelente ama de casa. Pero
carece de todo atractivo físico. Dicho con todo respeto, es más fea que
un coche por abajo. Si ella quisiera serte infiel tendría problemas para
encontrar con quién". Replicó don Chinguetas: "No fue por eso que le
puse el cinturón de castidad". "¿Entonces?" -inquirió don Algón. Le
explica el otro: "Si llego a mi casa por la noche y ella me dice:
'Quítame el cinturón de castidad, y haremos el amor', siempre puedo
responderle: '¡Qué lástima! ¡Dejé la llave en la oficina!'". Es una pena
lo que sucede en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Soy
universitario -40 hermosos años de mi vida los dediqué a esa forma de
aprendizaje que se llama enseñanza-, y sé por tanto que cuando la
politiquería se adueña de una institución educativa su calidad se
desploma y su prestigio sufre irreparable daño. El conflicto por el que
actualmente atraviesa la UACM es una lucha entre quienes pretenden hacer
de esa universidad un coto de poder y quienes buscan remediar los males
de origen que la aquejan y trazar para ella caminos de superación. La
autoridad legítima de la institución no debe hacer renuncia de su cargo,
pese a todas las fatigas y sinsabores que acarrea la defensa no de un
puesto, sino de un principio. Nadie, por otra parte, debería poner su
persona y su ética al servicio de quienes por medio de la violencia han
buscado imponer sus pretensiones. Esa institución tiene estatutos y
reglamentos que norman claramente su funcionamiento y el de sus órganos
de dirección. El apego a esas disposiciones puede ser la base para
encontrar la solución legal a este problema sin necesidad de que
entidades ajenas a la casa de estudios tengan injerencia en su vida
interna. Por encima de cualquier interés los estudiantes, maestros y
trabajadores de la UACM han de mirar por el bien de la institución y la
salvaguarda de su prestigio. Es necesario pensar en el futuro de quienes
en la Universidad recibirán un título profesional, título que carecerá
de valor si es expedido por una institución cuya vida se ha desenvuelto
en el caos y la anarquía. Cumplida mi labor orientadora puedo pasar a
temas más ligeros. Hay una bella canción americana llamada "I'm in the
mood for love". En su linda película "Cocoon" el director de cine Ron
Howard hizo un simpático y picaresco uso de esa canción, cuyo nombre es
de traducción difícil. Las traducciones, ya se sabe, son como algunas
mujeres: si son fieles no son bellas, y si son bellas no son fieles.
Decir: "Estoy de humor para el amor" no suena bien. Traducir: "Estoy en
disposición para el amor" suena aún peor. La idea del título, sin
embargo, corresponde a ese mágico momento en que el amor nos llama y
sentimos el deseo de acudir a su llamado. He aquí lo que debe hacer un
hombre para poner a una mujer "in the mood for love". 1-. Decirle que la
ama. 2-. Enviarle flores; regalarle chocolates o un perfume. 3-.
Invitarla a cenar, y a bailar luego 4-. Escucharla. 5-. Decirle otra vez
que la ama. 6-. Abrazarla con ternura. 7-. Una vez más musitarle al
oído que la ama. 8-. Repetirle que la amará por siempre y que jamás
habrá otra mujer para él. 9-. Besarla, al principio suavemente, en
seguida con pasión arrebatada. 10-. Tomarla amorosamente en brazos y
llevarla al lecho. He aquí, ahora, lo que debe hacer una mujer para
poner a un hombre "in the mood for love". 1-. Quitarse la ropa. FIN.Mirador
Este libro es un buen libro. Mejor aún: es un libro bueno.
Es de Justin Humphreys y se llama Names you never remember, with faces you never forget. Algo así como Nombres que nunca recuerdas, con rostros que no olvidas jamás. Trata de actores de cine cuyas caras nos son familiares, pero cuyos nombres ni siquiera conocemos.
Jack Elam, cuya bizquera le da aspecto siniestro. S.Z. Sakall, el gordito bonachón. Russell Simpson, con severo talante de predicador. Rhys Williams, actor de primera fila que siempre apareció en segunda.Servían de telón de fondo a los grandes: John Wayne, Gary Cooper, James Stewart, Alan Ladd. Pero sin su pequeñez no habría podido ser esa grandeza.
Así en la vida: los grandes no pueden ser sin los pequeños. Sin los pequeños nada puede ser. Eso los hace grandes.
¡Hasta mañana!...
Manganitas
"...Se salen de control los grupos de autodefensa..."
Eso resulta explicable,
y debe causar alarma:
cualquier hombre con un arma
llega a ser incontrolable.
Este libro es un buen libro. Mejor aún: es un libro bueno.
Es de Justin Humphreys y se llama Names you never remember, with faces you never forget. Algo así como Nombres que nunca recuerdas, con rostros que no olvidas jamás. Trata de actores de cine cuyas caras nos son familiares, pero cuyos nombres ni siquiera conocemos.
Jack Elam, cuya bizquera le da aspecto siniestro. S.Z. Sakall, el gordito bonachón. Russell Simpson, con severo talante de predicador. Rhys Williams, actor de primera fila que siempre apareció en segunda.Servían de telón de fondo a los grandes: John Wayne, Gary Cooper, James Stewart, Alan Ladd. Pero sin su pequeñez no habría podido ser esa grandeza.
Así en la vida: los grandes no pueden ser sin los pequeños. Sin los pequeños nada puede ser. Eso los hace grandes.
¡Hasta mañana!...
Manganitas
"...Se salen de control los grupos de autodefensa..."
Eso resulta explicable,
y debe causar alarma:
cualquier hombre con un arma
llega a ser incontrolable.
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