Michael Tanner es Director del Proyecto del Cato Institute para la Privatización de la Seguridad Social.
“Los recortes automáticos ya vienen, ya vienen los recortes
automáticos” exclaman los auguradores del desastre, refiriéndose a las
reducciones generales en el gasto que se supone que entrarán en efecto
este viernes.Uno se preocupa acerca de la carne envenenada que seguirá su curso sin ser inspeccionada, de que el sistema de control del tráfico aéreo deje de operar, y de que las escuelas sean obligadas a cerrar. Mientras tanto otro está asustado de que nuestra seguridad nacional está en riesgo porque nuestras fuerzas armadas serán reducidas. Y otro se preocupa de que habrá pérdidas masivas de empleos y que nuestra economía colapsará.
La realidad, en cambio, es que gran parte de lo que se nos dice acerca de los recortes automáticos del gasto es simplemente un mito. Aquí explico algunos:
El recorte automático impone recortes salvajes del gasto público
De hecho, esto no reduce el gasto federal en lo absoluto, en cambio lo reduce solamente en el sentido washingtoniano: cualquier reducción en el incremento esperado es considerada un recorte. En realidad, incluso si se da el recorte automático, el gobierno federal gastará más cada año. De hecho, en 2023 estará gastando $2,39 billones más de lo que gasta hoy en día.
Bueno, pero al menos las reducciones en el gasto proyectado son grandes, ¿verdad?
Difícilmente. Este año, el recorte automático desaceleraría el crecimiento en el gasto federal solamente por $85.000 millones, desde un presupuesto pre-recorte automático de $3,64 billones —es decir, una reducción de menos de un 2,3%. Para poner eso en perspectiva, el gobierno federal presta $85.000 millones cada 28 días. De hecho, esto exagera el tamaño de los recortes de este año. Debido a los contratos en desarrollo y el laberinto bizantino del proceso presupuestario federal, solamente $44.000 millones de esos $85.000 millones serán recortados del presupuesto de este año. El resto será eliminado en los próximos años, pero atribuidos al presupuesto de este año. Así que, la reducción real en el gasto federal de este año será de solamente 1,2%. Si el gobierno federal no puede reducir el gasto por menos de un centavo y medio de cada dólar que gasta sin arrojarnos a las tinieblas, algo está verdaderamente mal.
¿Los recortes son mayores en el área de gasto doméstico discrecional?
Es cierto que los recortes no están distribuidos de forma equitativa a través de todos los rubros del gasto federal. Los programas de prestaciones sociales, como Medicare, Medicaid y el Seguro Social generalmente están exentos —el cheque del Seguro Social para la abuela no será recortado— lo que significa que el gasto discrecional recibe un golpe desproporcionadamente mayor. Aún así, estamos hablando de una reducción de menos de 9%. Eso dejaría al gasto doméstico discrecional, luego de ajustar para la inflación, en aproximadamente el mismo nivel en que se encontraba en 2009. ¿Se acuerda de 2009? ¿La hambruna, el cierre masivo de nuestras escuelas, el sistema de transporte que dejó de operar, las ciudades en llamas?
¿Qué pasa con la defensa? Seguramente los recortes automáticos golpean el gasto en defensa
La defensa si recibe los recortes más grandes con esta medida, alrededor de 13% del gasto esperado. De hecho, el gasto en defensa realmente sería reducido, en el sentido de realmente gastar menos, a lo largo de los próximos dos años. Aún así, nunca caería por debajo del nivel de gasto que teníamos en tiempos tan recientes como 2007, un año en que logramos sobrevivir sin que al Qaeda arribe a las costas de Long Beach. Desde 2015, el gasto en defensa empezaría a aumentar nuevamente, en términos reales, y excedería los niveles actuales para 2019. Para mantener todo esto en perspectiva, a lo largo del periodo de 10 años cubierto por los recortes automáticos, el gasto en defensa sería en promedio de alrededor de $100.000 millones más cada año (luego de ajustar para la inflación) de lo que gastamos en el clímax de la guerra fría.
Todavía estoy preocupado acerca del impacto sobre la economía. Algunos economistas creen que los recortes automáticos costarán miles de empleos y nos arrojarán a otra recesión. ¿Será cierto?
Las reducciones de gasto propuestas equivalen a menos de 0,03% de nuestro producto interno bruto. Si nuestra economía no puede sobrevivir recortes de gasto de ese tamaño, verdaderamente somos Grecia. Por supuesto, en el corto plazo, habrá algunos despidos y vacaciones para algunos soldados. Esto será duro para algunas comunidades que dependen altamente del gasto público y todavía más difícil para los trabajadores afectados directamente. Sin embargo, gran parte de los números citados acerca de la cantidad de empleos en riesgo vienen de grupos industriales interesados en hacer que los recortes se vean de la peor manera posible.
Todo este argumento se cree la arrogancia Keynesiana de que el gasto público crea empleos a largo plazo. Pero los recursos necesarios para crear esos empleos tienen que ser extraídos de la economía privada ya sea mediante impuestos o deuda. Eso implica que luego el sector privado tiene menos recursos para invertir en la creación de empleos. Dado que el sector privado generalmente utiliza de manera más productiva esos recursos, es probable que el gasto público destruye más empleos a largo plazo de los que crea.
Podemos y deberíamos tener un debate legítimo acerca de la mejor manera de reducir el gasto. Pero no nos distraigamos con mitos acerca de cómo el cielo se está cayendo.
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