05 marzo, 2013

México: Alianza Álamos 20 (II) – por Ricardo Valenzuela

“Los burócratas utilizan los nuevos problemas, creados por ellos mismos, para justificar mayores intervenciones y mayores poderes para el Estado.”
Al terminar la primera cápsula del evento, pasábamos a disfrutar de una comida en otro lugar de embrujo llamado, Casa Encantada. Fue ahí en donde pude conocer a Moisés Gómez Reyna, Secretario de Economía del estado. Me impresionó su sencillez, su profundo conocimiento de los temas económicos pero, sobre todo, su inquieta y abierta actitud para escuchar a otras gentes que puedan aportar ideas a su arsenal para hacer frente a su muy importante responsabilidad.


Esa tarde, con puntualidad se iniciaba la segunda cápsula del programa con el sugerente título, “Respuestas Populistas a los desbalances Económicos y Financieros.” El coordinador era el economista argentino Ricardo López-Murphy, ex ministro de Finanzas de la Argentina y un hombre que se piensa, en un día no lejano, será presidente de ese gran país. Sus anclas ahora serían, Tom Saving, Presidente del Centro para la investigación de la Empresa Privada en la Universidad Texas A&M, Rolf Luders, ex ministro de Finanzas de Chile, Manuel Hinds, ex ministro de Finanzas de El Salvador.
El tema provocaba interesantes choques entre los participantes, primero, para definir el término Populista y después, al debatir los efectos sus políticas tanto en el pasado como en el mundo actual. Con sorpresa me daba cuenta que no éramos un grupo compacto de liberales y, como me lo advirtiera Roberto Salinas, había pensadores progresistas en el foro. Sin embargo, quien se llevara la tarde, como los toreros que salen en hombros luego de una magistral faena, fue este sabio hombre ya en el invierno de su vida; Tom Savings. Como habiendo tomado nota de mi sugerencia en la mañana, pasaba a describir con impresionante claridad el papel que debe jugar el estado porque, al invadir campos que no le corresponden, se dan los abusos del populismo y se provocan esos graves desbalances.
Al tocar el punto del populismo de Obama, Robert Pastor, Profesor de la escuela de Servicio Internacional en la American University y ex colaborador de Jimmy Carter, sale a defenderlas tratando de justificar los 7 trillones que Obama le ha sumado a la deuda del país, afirmando ser inversiones a futuro. Fue entonces cuando Manuel Suárez Mier, economista doctorado en Chicago, lleva a cabo un brillante rebate comparando las políticas de Obama con las de López Portillo quien, al igual que Obama, con cinismo llamaba inversiones a las cascadas de dinero que arrojaba al caño del populismo y hundieran al país.
Recordada entonces las palabras de Henrique Cardoso: “La globalización es una realidad. Esto ha provocado que muchos líderes entiendan que, ilusiones populistas siempre llevan al colapso y estagnación para dejar a sus votantes desesperados y más pobres. Se puede inflar el ambiente para que los problemas se oculten en el horizonte de la demagogia, se puede también construir montañas de deuda en los países, pero tienes que vivir en ese nuevo contexto internacional tan competitivo y los efectos negativos siempre llegan. El construir prosperidad requiere paciencia, cautela y tiempo. El populismo es sólo una vereda que se piensa acorta el camino, pero siempre termina llevándonos por la ruta equivocada y al fracaso.”
Hay populistas de izquierda y de derecha, hay populismo en nuestras culturas, en las artes, especialmente en el cine mexicano, hay populismo en la academia, en la media, en las iglesias, en las universidades. El congreso mexicano es el centro mundial del populismo cuidando sus estilos de vida que mantienen vía impuestos que le imponen a un pueblo ya exprimido, al mismo tiempo que afirman: “Prefiero ser irresponsable con el presupuesto federal que con los pobres,” sabiendo su irresponsabilidad es uno de los grandes motivos de la pobreza.
Llegaba de nuevo a mi mente la sabiduría de Federico Bastiat en su obra, El Estado, describiendo los diálogos del estado con sus ciudadanos:
“Pero, ¡ay!, el infeliz, no sabe a quién escuchar ni a quién dirigirse. Las cien mil bocas de la prensa y de la tribuna claman al unísono: “Organiza el mundo del trabajo”. “Erradica el egoísmo”. “Combate la insolencia y la tiranía del capital”. “Haz estudios sobre el estiércol y sobre los huevos”. “Tiende líneas férreas por todo el país”. “Irriga los llanos”. “Tapiza con árboles las montañas”. “Crea granjas modélicas”. “Pon en marcha armoniosos talleres”. “Amamanta a los niños”. “Instruye a la juventud”. “Protege a los ancianos”. “Manda al campo a los habitantes de los pueblos”. “Pondera los beneficios de todas las industrias”. “Presta dinero sin interés a quienes lo deseen”. “Perfecciona el caballo de montar”. “Estimula el arte, forma músicos y bailarines”. “Prohíbe el comercio y, a la vez, crea una marina mercante”. “Descubre la verdad y mete en nuestras cabezas una pizca de razón. El Estado tiene por misión esclarecer, desarrollar, agrandar, fortalecer, espiritualizar y santificar el alma de los pueblos”.
“¡Eh, un poco de paciencia!”, responde el Estado. “Trataré de satisfacerlos, pero me hacen falta recursos. Voy a implantar cinco o seis impuestos totalmente novedosos. Verán con qué gusto los pagan”.
Nada place más a los burócratas que acrecentar su poder. Una forma de hacerlo es creando leyes, con sus correspondientes impuestos, que regulan todas las áreas de la actividad humana. Por ello el Estado tiene la dañina manía de entrometerse en áreas que no le competen para encontrar “soluciones” a problemas que no existen. Y lo que sucede es que las “soluciones” del Estado son las que ocasionan los verdaderos problemas. Curiosamente, los burócratas utilizan los nuevos problemas, creados por ellos mismos, para justificar mayores intervenciones y mayores poderes para el Estado. Esto puede parecer cómico, pero no es falso y ni siquiera exagerado.
Afirmaba un conocido político estadounidense; “No se debe desperdiciar una buena crisis”. El contenido de su afirmación dibuja la intencionalidad de los políticos, le dan la bienvenida a las crisis, o, las provocan, para luego emerger como redentores y, con sus medidas populistas, apretar más el cerco con el que aprisionan a una sociedad cada vez más dependiente de gobiernos obesos e ineptos. En México el populismo de Lázaro Cárdenas, el de Echeverría y el de López Portillo, nos han dejado heridas que todavía nos continúan desangrando.
Durante todo el día sobresalían las opiniones de Mary O’Grady, asertivas, cuajadas de inteligencia y sabiduría.
Terminaba la segunda cápsula y esa noche la cena era en otro mágico, la Hacienda de los Santos. Convivencia interesante con gentes como Nicolás Ardito, ex presidente de Panamá, Mario Cuen, Tesorero del estado de Sonora, Carlos Manuel Villalobos, Secretario de Finanzas de Sonora. Arribaba a mi hotel hacia la media noche y, tirado en la cama colonial, repasaba los sucesos del día y cerrando los ojos, quería acelerar el tiempo para que diera vida al segundo día del evento.

No hay comentarios.: