La
decisión de la administración Obama de volver a emplazar 44 misiles
interceptores terrestres (GBI), después de haber reducido su número
durante su primer mandato, es una respuesta necesaria pero insuficiente
ante la amenaza que representan los misiles balísticos norcoreanos.
Las pruebas con misiles balísticos y la
belicosa retórica de Corea del Norte dieron lugar a que la
administración ampliase el programa de Defensa Terrestre de Medio
Alcance (GMD). Esta decisión revierte una de tantas reducciones de la
defensa antimisiles de Estados Unidos llevadas a cabo por esta
administración.
La administración Obama ha cancelado algunos de los programas de
defensa antimisiles más prometedores, incluido el Interceptor Múltiple,
el Interceptor de Energía Cinética o el Láser Aerotransportado. En 2009,
Obama canceló el plan de la administración Bush para desplegar defensas
antimisiles en Polonia y Chequia, que habrían protegido a Estados
Unidos y a sus aliados de los misiles balísticos iraníes.
La reinstalación de los misiles GBI es una noticia bien recibida,
pero que debería hacer que la administración se pensase dos veces todas
sus reducciones de la defensa antimisiles.
Y aunque es esencial centrar la atención en la mejora de las
capacidades de la defensa antimisiles, esta debería estar balanceada con
el desarrollo futuro de un programa para una defensa antimisiles
integral y escalonada. Justo la semana pasada, el general Charles
Jacoby, jefe del Comando Norte, afirmó en una sesión previa a la reunión
del Comité de Servicios Armados del Senado que se deberían aumentar las
capacidades de Estados Unidos, debido a que Irán está “desarrollando
sus capacidades más rápidamente de lo que inicialmente se había
calculado”. El general Robert Kehler, jefe del Comando Estratégico de
Estados Unidos, también declaró recientemente ante el Comité de
Servicios Armados de la Cámara de Representantes que “con el nivel
actual de nuestras capacidades, el sistema de defensa antimisiles de
Estados Unidos sólo es suficiente frente a un ataque limitado”.
El presidente redujo en miles de millones de dólares la financiación
de los programas de defensa antimisiles desde que llegó al cargo, a
pesar de que las capacidades de los misiles balísticos continúan
aumentado en todo el mundo. Es esencial que Estados Unidos potencie su
programa para una defensa antimisiles balísticos integral y escalonada.
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