el Informe sobre Desarrollo Humano 2013, cuyo subtítulo es “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”.
Este Informe es elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (PNUD) desde 1990, y evalúa en su edición actual la
información sobre 187 países, proporcionada por los organismos
intergubernamentales de la ONU, considerando rubros como esperanza de
vida al nacer, años promedios de escolaridad, ingreso nacional bruto per
cápita, etc., a fin de producir el índice compuesto sobre desarrollo
humano (IDH), clasificando a los 187 países citados de mayor a menor en
su desarrollo humano.
Los hallazgos del informe son muchos, y varios merecerían una
discusión detallada y profunda, pero uno de ellos me pareció rotundo e
iluminador: El país latinoamericano con mayor IDH y tal vez el único
dentro de la clasificación del PNUD de “Desarrollo Humano Muy Alto”, no
es Cuba, como insistentemente señalan sus corifeos. Pero tampoco es
Venezuela, ni Ecuador, ni Bolivia o algún otro país seguidor del llamado
“nuevo” socialismo. No, ese lugar le corresponde al liberal Chile,
merced a consistentes y continuadas políticas de apertura, pro mercado y
libre comercio. Al respecto, cabe considerar que en la estimación que
el PNUD realiza para 1980, Argentina y Uruguay rebasaban a Chile en IDH y
que Venezuela y Cuba casi le igualaban; hoy esos países están debajo.
No deja de ser notable que confiando en la competencia y los
mercados, Chile tenga un nivel de desarrollo humano muy superior a
países latinoamericanos que prefirieron confiar en el intervencionismo
del estado y el dirigismo de sus caudillos. Ello a un costo económico
muchísimo menor y, a diferencia de los países del “nuevo” socialismo,
respetando los procedimientos democráticos y la independencia y
autonomía de sociedad civil, medios de comunicación, universidades,
partidos, inversionistas, sindicatos, etc. Quizá países como Argentina,
Venezuela o Cuba (si uno cree absolutamente todos los datos del PNUD)
tengan hoy un nivel de vida menor pero algo comparable al de Chile, mas
lo han hecho con mucho mayor desperdicio, corrupción, represión,
irrespeto de Derechos Humanos y propiedades, polarización, dolor humano.
A tamaño costo, cabe cuestionar si realmente esos países tienen eso que
se llama “desarrollo humano”. E incluso por cuánto tiempo, como dejan
ver las crisis económicas diarias que hoy viven Argentina, Cuba,
Venezuela…
En buena medida, las conclusiones del IDH 2013 tienen más parecido a
los resultados de otros Índices que lo que los analistas e intérpretes
del PNUD aceptarían, tales como el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute, que
muestran que mayor libertad conlleva mayor bienestar. El crecimiento
del IDH en países como Hong Kong, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Singapur
y tantos otros da cuenta de que las libertades fundamentales son los
factores primordiales que explican y sustentan el crecimiento económico a
largo plazo. Los países que favorecen la libre elección (la libertad
económica y las libertades civiles y políticas) por sobre los derechos
sociales tienen más probabilidad de conseguir un crecimiento económico
sostenible y alcanzar muchas de las características distintivas del
desarrollo humano. Por el contrario, la búsqueda de derechos sociales
mediante la planificación central y una mayor coerción del Estado
tienden a ser contraproducentes a largo plazo.
Al respecto, no puede dejarse de observar que hay una abundante
interpretación ideológica de los datos del IDH por parte de los
analistas del PNUD. Así, desde el principio se leen cosas como
“bienestar social”, “mejora de la igualdad”, “estado desarrollista
proactivo”, un “mundo más justo e igualitario”, “políticas a favor de
los pobres”, un Norte caracterizado en crisis con “millones de personas
desempleadas (…) y privadas de beneficios”… desde mi punto de vista,
demasiada ideología para un informe que se asume no como un “conjunto
específico de recomendaciones políticas” sino como un esfuerzo para
“implementar políticas pragmáticas”.
Por eso no extraña que en aras de alabar a un supuesto estado
filantrópico y justiciero, el Informe no hable del movimiento de
transfondo que explica realmente el crecimiento de los países del sur en
los últimos años. La causa de su avance en los últimos quince años es
bien conocida, excepto para el PNUD: la bonanza comercial para los
países exportadores de productos básicos, así como para las economías
basadas en producción manufacturera, gracias a la apertura y la
liberalización en las economías en desarrollo (particularmente China e
India), el aumento de sus clases medias y a la aceleración de la
globalización. Además, durante esos casi 15 años, ha existido un amplio
consenso en la práctica de que los gobiernos administren sus cuentas de
manera responsable: déficits pequeños, baja inflación, programas de
lucha contra la pobreza bien enfocados y temporales, autonomía de bancos
centrales, etc. Este trasfondo es lo que explica cómo los países vienen
convergiendo en niveles más elevados de desarrollo humano, y que el
Informe no reconoce o no lo hace explícitamente, aún cuando en algún
momento sus analistas aceptan que “el incremento de la apertura hacia el
comercio guarda una relación con el logro creciente del desarrollo
humano en la mayoría de los países en desarrollo”. A pesar de esa
omisión (¿deliberada?), los logros de países como Chile son un
recordatrorio oportuno de dónde se encuentran las prioridades reales.
Concluyo con un comentario sobre la situación de Argentina, que
aparece en el IDH 2013 como el segundo país latinoamericano con mayor
desarrollo humano. Es lamentable que el PNUD (y otros organismos de la
ONU, como la Cepal y tantos más) no establezcan un filtro de
confiabilidad en la información que usan y les proporcionan los
gobiernos. Hoy es ampliamente reconocido (menos para la ONU y sus
organismos) que las
estadísticas de Argentina están hechas por “patoteros del mercado
central o de barrabravas” y no cuentan con la calidad y la credibilidad
necesarias, desde el año 2007 cuando el Gobierno Kirchner tomó la
decisión de intervenir el Instituto Nacional de Estadística y Censos
(Indec), lo que podría explicar el súbito crecimiento del IDH de
Argentina a partir de esos años y que el PNUD no advierte. Es el caso de
Argentina, pero podría ser también el de otros países de la región. Si
los gobiernos de países como Ecuador, Venezuela, Cuba o Bolivia agreden
cotidianamente a medios y periodistas, ¿a qué otros excesos no llegarán
con la información estadística que mide sus logros y resultados?
Este 14 de marzo, fue dado a conocer en la Ciudad de México
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