El PAN se retuerce, el PAN se encorva, el PAN se encoge. Frente a un presidente priista crecientemente popular entre la población, el PAN reacciona como una almeja frente al limón. Frente a un priismo exitoso y disciplinado,
el PAN reacciona con
una sorprendente debilidad. El partido que siempre ha ganado terreno al estar
en la oposición,
hoy lo va perdiendo.
El partido que siempre ha conseguido lo que quiere al pactar, hoy paga el
precio por ello.
El Pacto por México revela a un PAN éticamente
responsable, pero políticamente perdedor. Al aprobar las reformas que Peña Nieto enarbola, los
panistas le hacen un bien al país pero un daño a sí mismos. Porque el verdadero
ganador del Pacto es el presidente. El verdadero perdedor es el PAN.
El PAN
está hoy en una situación patética porque no tiene una
agenda propia. Dentro del panismo hay quienes ven al Pacto por México como yugo
y hay quienes lo perciben como tabla de salvación.
Algunos
quieren abandonarlo y otros piensan que el PAN debe seguir montado sobre él.
Algunos quieren sacar al PAN de la carrera por los consensos y otros piensan
que la puede ganar.
Algunos
quieren evitar la parálisis de los últimos 12 años y otros quieren repetirla si
ello implica negarle victorias legislativas al PRI.
El PAN vive
actualmente en la confusión porque no tiene alguien adentro que pueda
conducirlo por una ruta en la cual a veces apoye al PRI y a veces lo critique;
a veces negocie lo que quiere dentro del Pacto por México y a veces se distancie
de él.
No
encuentra alternativa a Gustavo Madero. No encuentra alternativa a Felipe
Calderón. No encuentra a alguien que pueda visualizar en Los Pinos en seis años
y a quien se le pueda apoyar en este momento.
Y por
eso el pánico; por eso las desavenencias internas y las contorsiones externas.
La caballada del PAN está tan flaca que la yegua priista galopa a la
delantera.
El
tamaño del PAN es inversamente proporcional al copete de Enrique Peña Nieto.
Los que
alguna vez fueron los hombres del presidente Calderón hoy están muy atrás del
presidente Peña Nieto. Quienes pudieron estar al frente del proceso
modernizador ahora están a la zaga en su construcción. Ellos
apenas trotan, Peña Nieto galopa.
Ellos
andan por la pista con precaución, él se arroja de frente. Mientras Gustavo
Madero piensa cómo defender su participación en el Pacto por México, Peña Nieto
lo envuelve en el polvo que deja a su paso.
Mientras
Gustavo Madero busca desesperadamente cómo atraer la atención, el presidente se
placea por la televisión.
Mientras
Gustavo Madero pide ya dejar el tema de la “comparsa panista” en paz, Peña
Nieto corre la carrera de una manera cada vez más voraz.
Lo hace
porque puede, lo hace porque nadie lo para, lo hace porque
dentro del PAN hay quienes quieren seguir siendo el tapete de entrada a Los
Pinos.
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