Fausto Alzati Araiza
A una laguna de agua estancada no se le puede dinamizar haciendo olas dentro de ella. Es indispensable inyectarle vigorosas corrientes de agua fresca. Así, a una economía estancada no se le puede mover hacia el crecimiento acelerado y sostenido, sin un incremento dramático en los flujos de inversión extranjera directa, que incorpore innovaciones capaces de incrementar la productividad y volver globalmente competitivas a cadenas productivas enteras. Identificar las fuentes globales de esa inversión innovadora y atraerla a México es la tarea que debe realizar ProMéxico. Para ello, dispone de una amplia red de representaciones a escala global. Aunque en lo inmediato requiere fortalecer sus capacidades analíticas y de interlocución eficaz con los tomadores de decisiones de inversión a escala mundial.
En consecuencia, al decidir el perfil de quién deberá conducir desde ahora a ProMéxico, el presidente Enrique Peña Nieto, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo y los miembros de su consejo, en especial don Valentín Díez Morodo y don Gerardo González Candiani, saben que requieren a un promotor con capacidades de análisis económico de primer nivel a escala internacional, con el dominio de varios idiomas, capacidad probada para presentar convincentemente propuestas y proyectos ante los consejos de administración y órganos decisorios de empresas y gobiernos en los cinco continentes, en sinergia con la red de representaciones de la cancillería que con talento conduce el doctor José Antonio Meade Kuribreña y con las representaciones ante los organismos financieros internacionales integradas a la Secretaría de Hacienda que encabeza el doctor Luis Videgaray Caso.
Es indispensable incrementar año con año los flujos de IED y ésta debe traer consigo innovaciones vinculadas a los sectores y regiones globalmente más prometedores y en expansión, en cuanto a la demanda global por sus productos y servicios. No me refiero tan sólo a innovaciones tecnológicas —cuya importancia es innegable— sino también a innovaciones en modelos de negocios, modos de organización empresarial y de ingeniería de procesos, modalidades de financiamiento, mercadeo a escala global, entrenamiento y despliegue del capital humano.
ProMéxico deberá atraer eficazmente las inversiones innovadoras desde donde quiera que se generen. Esto no hará sino amplificar nuestras ventajas comparativas y competitivas a escala global. Sin embargo, a lo largo de un horizonte de dos décadas la estrategia no sólo se plantea como meta central eliminar definitivamente la desocupación masiva, sino volverse autosustentable, generando un amplio y diverso mercado interno, y creando capacidades de innovación suficientes para posicionar a empresas e industrias mexicanas como líderes globales en su esfera de actividad.
Aún en medio de la “crisis” que afecta a la economía mundial, existen industrias, sectores y regiones en franca y acelerada expansión. Son aquellas empresas e industrias que han logrado desarrollar productos y servicios innovadores cuya demanda a escala global crece sin cesar. Como ejemplos notables se puede mencionar a Apple y a Google, aunque hay muchos más ligados a los grandes avances en la economía digital y a la revolución biotecnológica. Convencerlas de venir a producir e innovar en México es la tarea que ProMéxico debe realizar sin demora.
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