¿Compra Ud. algunas cosas por Internet? Si lo hace, como la mayoría de los americanos, la respuesta es “sí”.
Esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿Le gustaría pagar más por los productos que compra?
Supongo que en este caso la respuesta es
“no”. Pero si el Congreso aprueba la Ley del Mercado Justo podrá ver
que el costo total de sus compras aumenta en el carrito de la compra
online.
En estos momentos la regla para comprar en Amazon o en cualquier otra
página web es sencilla: sus productos están gravados sólo si el
vendedor tiene una tienda o almacén en el estado en el que Ud. vive, si
tiene presencia física, por usar la jerga del sector. Si Ud. vive,
digamos, en Nueva York y compra a un minorista que tiene su sede
exclusivamente en California, Ud. no paga ningún impuesto a las ventas.
Pero eso cambiaría radicalmente con la Ley del Mercado Justo. Cada
vez que Ud. comprase algo en Internet, se le gravaría con unos impuestos
que ahora mismo no tiene que pagar.
Y sería todavía peor en el caso de que sea Ud. vendedor y, hay que
reconocer que, con el auge de páginas como eBay, casi todos lo somos en
algún momento. No serían sólo las grandes empresas de ventas como Amazon
los que tendrían que aplicar esos impuestos. Cualquier minorista con
más de $1 millón en ventas tendría que recaudar impuestos sobre las
ventas.
La relativa sencillez de vender algo online se volvería de
repente mucho más complicada. Navegar por los códigos tributarios de las
9,646 jurisdicciones fiscales de Estados Unidos no sería una tarea
fácil. A una por estado, los vendedores minoristas tendrían que
completar y presentar 46 declaraciones tributarias estatales. ¿Y quién
quiere arriesgarse a cometer un error relacionado con los impuestos?
“¿Cómo es posible conocer los tipos tributarios de [todas esas]
jurisdicciones?”, comentaba el director ejecutivo de Overstock.com,
Patrick Byrne. “En una jurisdicción el algodón de azúcar es comida; en
otra, es un entretenimiento o un caramelo”. Cualquiera que haya tratado
alguna vez de rellenar un simple formulario fiscal sabe lo absurdamente
complejo que puede llegar a ser.
Etsy, un centro de comercio electrónico en el que las personas pueden
vender productos caseros tales como obras de arte y artesanía, ha
advertido de que la Ley del Mercado Justo sería “una carga innecesaria
para los pequeños negocios. La mayoría de quienes venden en Etsy
trabajan desde casa y no tienen los recursos administrativos para poder
cumplir con esta ley”.
Por su parte, los defensores del impuesto a las ventas por Internet
comentan (como indica el nombre del proyecto de ley) que el asunto se
reduce a una cuestión de justicia. ¿Por qué deberían los comerciantes
con presencia física tener que pagar los impuestos en cuestión y no así
los minoristas online?
Patrick Byrne tiene una respuesta fácil para eso: quienes respaldan
un impuesto a las ventas por Internet están totalmente equivocados. Los
comerciantes online “suponen una carga mucho menor para las
infraestructuras locales” que Target, Wal-Mart o cualquier otra empresa
con numerosas tiendas físicas. Estas compañías, no los minoristas online de cinco estados más allá, son las que hacen uso de las carreteras, el alcantarillado y las escuelas.
“No imponemos semejante nivel de carga ni de lejos, por lo que no es
justo que tuviéramos que pagar esos impuestos”, expresó Patrick Byrne.
Y no olvidemos que esta ley obligaría a los minoristas a actuar como
recaudadores de impuestos para unos estados en los que no tienen ni voz
ni voto. ¿Qué fue del clásico principio americano de “Nada de
tributación sin representación”?
Entonces ¿quién está presionando a favor de un impuesto a las ventas
por Internet? Pues los estados faltos de dinero que están viendo la
posibilidad de unos ingresos extraordinarios, por ejemplo. Y a los
grandes almacenes tampoco les importaría ver cómo desaparecen algunos de
sus competidores online.
Con todo, el hecho de que esta medida amenazaría la frágil
recuperación económica no parece que haga inmutarse ni a los estados ni a
las grandes cadenas de tiendas. Sólo ven un modo rápido de añadir
dólares a sus cuentas de resultados, justicia aparte.
Sin embargo, esta solución miope probablemente perjudicaría a todo el
mundo a largo plazo. Por eso hay que suprimir permanentemente cualquier
impuesto a las ventas por Internet.
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