15 mayo, 2013

No al impuesto a las ventas por Internet

¿Compra Ud. algunas cosas por Internet? Si lo hace, como la mayoría de los americanos, la respuesta es “sí”.
Esto me lleva a la siguiente pregunta: ¿Le gustaría pagar más por los productos que compra?
Supongo que en este caso la respuesta es “no”. Pero si el Congreso aprueba la Ley del Mercado Justo podrá ver que el costo total de sus compras aumenta en el carrito de la compra online.


En estos momentos la regla para comprar en Amazon o en cualquier otra página web es sencilla: sus productos están gravados sólo si el vendedor tiene una tienda o almacén en el estado en el que Ud. vive, si tiene presencia física, por usar la jerga del sector. Si Ud. vive, digamos, en Nueva York y compra a un minorista que tiene su sede exclusivamente en California, Ud. no paga ningún impuesto a las ventas.
Pero eso cambiaría radicalmente con la Ley del Mercado Justo. Cada vez que Ud. comprase algo en Internet, se le gravaría con unos impuestos que ahora mismo no tiene que pagar.
Y sería todavía peor en el caso de que sea Ud. vendedor y, hay que reconocer que, con el auge de páginas como eBay, casi todos lo somos en algún momento. No serían sólo las grandes empresas de ventas como Amazon los que tendrían que aplicar esos impuestos. Cualquier minorista con más de $1 millón en ventas tendría que recaudar impuestos sobre las ventas.
La relativa sencillez de vender algo online se volvería de repente mucho más complicada. Navegar por los códigos tributarios de las 9,646 jurisdicciones fiscales de Estados Unidos no sería una tarea fácil. A una por estado, los vendedores minoristas tendrían que completar y presentar 46 declaraciones tributarias estatales. ¿Y quién quiere arriesgarse a cometer un error relacionado con los impuestos?
“¿Cómo es posible conocer los tipos tributarios de [todas esas] jurisdicciones?”, comentaba el director ejecutivo de Overstock.com, Patrick Byrne. “En una jurisdicción el algodón de azúcar es comida; en otra, es un entretenimiento o un caramelo”. Cualquiera que haya tratado alguna vez de rellenar un simple formulario fiscal sabe lo absurdamente complejo que puede llegar a ser.
Etsy, un centro de comercio electrónico en el que las personas pueden vender productos caseros tales como obras de arte y artesanía, ha advertido de que la Ley del Mercado Justo sería “una carga innecesaria para los pequeños negocios. La mayoría de quienes venden en Etsy trabajan desde casa y no tienen los recursos administrativos para poder cumplir con esta ley”.
Por su parte, los defensores del impuesto a las ventas por Internet comentan (como indica el nombre del proyecto de ley) que el asunto se reduce a una cuestión de justicia. ¿Por qué deberían los comerciantes con presencia física tener que pagar los impuestos en cuestión y no así los minoristas online?
Patrick Byrne tiene una respuesta fácil para eso: quienes respaldan un impuesto a las ventas por Internet están totalmente equivocados. Los comerciantes online “suponen una carga mucho menor para las infraestructuras locales” que Target, Wal-Mart o cualquier otra empresa con numerosas tiendas físicas. Estas compañías, no los minoristas online de cinco estados más allá, son las que hacen uso de las carreteras, el alcantarillado y las escuelas.
“No imponemos semejante nivel de carga ni de lejos, por lo que no es justo que tuviéramos que pagar esos impuestos”, expresó Patrick Byrne.
Y no olvidemos que esta ley obligaría a los minoristas a actuar como recaudadores de impuestos para unos estados en los que no tienen ni voz ni voto. ¿Qué fue del clásico principio americano de “Nada de tributación sin representación”?
Entonces ¿quién está presionando a favor de un impuesto a las ventas por Internet? Pues los estados faltos de dinero que están viendo la posibilidad de unos ingresos extraordinarios, por ejemplo. Y a los grandes almacenes tampoco les importaría ver cómo desaparecen algunos de sus competidores online.
Con todo, el hecho de que esta medida amenazaría la frágil recuperación económica no parece que haga inmutarse ni a los estados ni a las grandes cadenas de tiendas. Sólo ven un modo rápido de añadir dólares a sus cuentas de resultados, justicia aparte.
Sin embargo, esta solución miope probablemente perjudicaría a todo el mundo a largo plazo. Por eso hay que suprimir permanentemente cualquier impuesto a las ventas por Internet.

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