12 mayo, 2013

Pemex, fuera tabúes

Rogelio Cárdenas E

Pemex, fuera tabúes
Durante la semana que termina se generó una información que poco se destacó en los medios pese a su importancia para el futuro del país y, por ende, de varias generaciones de mexicanos: el vencimiento, en enero del próximo año, de la moratoria con Estados Unidos para explorar y explotar los yacimientos transfronterizos de petróleo y gas natural que se encuentran en aguas profundas del Golfo de México.


Esto significa que en poco más de siete meses, Estados Unidos y México podrán comenzar a realizar labores de explotación y exploración en aguas del Polígono Occidental del Golfo, una zona conocida coloquialmente como “hoyo de dona”, donde se estima que hay enormes reservas de hidrocarburos. Incluso, algunos estudios calculan que ahí se encuentran más de 20 mil millones de barriles de petróleo equivalente.
Este “hoyo de dona”, que se encuentra en medio de los mares territoriales de ambas naciones, había quedado al margen del tratado transfronterizo México-Estados Unidos para definir la zona económica exclusiva en el Golfo de México (suscrito en 2000), por lo que el debate sobre cómo disponer de esas zonas se prolongó durante años.
Esto cambió en abril de 2012 cuando se ratificó dicho acuerdo transfronterizo y se proporcionó un marco legal a ambas naciones para explotar las reservas petroleras a lo largo de la frontera común en el Golfo, lo que incluye el “hoyo de dona”.
Aunque en teoría este tratado beneficiará a México, pues los barriles de petróleo producidos en reservas transfronterizas serían divididos en partes acordadas y entregados a sus propietarios, es decir, el crudo extraído en aguas estadunidenses que técnicamente provenga del lado mexicano de la frontera sería devuelto a nuestro país para su procesamiento y venta, hacia el futuro hay varios puntos que deberían causar preocupación a nuestro país.
De entrada, explotar el Polígono Occidental significará para nuestro poderoso vecino lograr la autosuficiencia petrolera y eventualmente convertirse en exportador de hidrocarburos, lo que provocará la aparición de un cambio geopolítico en el mundo, y marcará la modificación dramática de los mercados y los precios, donde nuestro país sería de los más afectados.
Por concepto de petróleo, sólo de enero a octubre de 2012 México le vendió a Estados Unidos 31 mil 500 millones de dólares.
A la posible pérdida de esos ingresos, hay que agregar que nuestro país corre  el peligro de convertirse en una economía dependiente en materia de energía, con serios riesgos de que para 2016 pasemos a ser una nación importadora neta de hidrocarburos.
Al anunciar el vencimiento de la moratoria con EU, el propio secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, pintó un escenario nada halagüeño, pues, entre otros puntos, destacó que tan sólo en 2012 el valor de la importación de petroquímicos representó para México una merma superior a 30 mil millones de dólares; hay una caída en la extracción de crudo en un millón de barriles diarios desde 2004; se sigue quemando gas; importamos casi la mitad de las gasolinas que consumimos y casi la tercera parte del gas, y las reservas en aguas someras están declinando con celeridad al igual que el petróleo convencional de tierra.
Esa resulta la gran paradoja. Tenemos abundantes recursos en el subsuelo, por lo que el fin de la moratoria para explotar el petróleo en aguas profundas debería convertirse en la gran oportunidad para nuestro país. Sin embargo, la realidad es que con el modelo actual nos encontramos no sólo muy lejos de sacar raja de ese potencial, sino que, por el contrario, caminamos a pasos acelerados hacia la dependencia energética.
Quizá sea ya tiempo de dejar atrás viejos tabúes y aprovechar la reforma energética para hacer eco de las palabras pronunciadas por Carlos Morales, alto funcionario de Pemex, el miércoles pasado en Houston: “Pemex necesita ya de un trato de adulto, que le den la capacidad de asociarse con quien quiera, como quiera y donde se necesite”.

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