11 junio, 2013

Cuidado, la República Popular China y su gobierno no son como se pintan (II)

Ángel Verdugo
Diez años después de su consolidación, Teng Tsiao-ping demostró que no vacilaría en aplastar cualquier oposición. 
Cuidado, la República Popular China y su gobierno no son como se pintan (II)
En la primera parte, el apretado resumen de la historia de la República Popular China lo dejamos a fines de los años 70 cuando Teng Tsiao-ping, ya con el poder total en sus manos, comenzó la gran transformación de la economía sintetizada en una frase, ya histórica:  “No importa el color del gato, con tal de que cace ratones”.

Ésta resume, brillantemente, el pragmatismo del que se sabe todopoderoso y carece del menor freno y oposición a su voluntad; sabía que nada le impedía tomar cualquier medida que juzgara necesaria para lograr sus fines: dar resultados a cortísimo plazo, al costo que fuera.
Las primeras medidas, fueron autorizar una especie de “maquiladoras”; las “zonas económicas especiales” gozaron, desde el principio, de un régimen especial, tanto en lo fiscal como en lo laboral. Se estaba así, ante un régimen de excepción; incluso el gobierno chino proporcionaba la mano de obra que requerían las empresas que llegaban a establecerse en las ZEE.
Éstas, autorizadas primero en las zonas costeras por razones logísticas y de control policiaco, pronto demostraron su efectividad; a partir de ahí, “la modernidad capitalista” con sello chino dejó las costas para establecer operaciones tierra adentro.
La prosperidad que aquéllas significaron para centenas de miles de jóvenes chinos, más la corrupción que generó en una burocracia que siempre ha visto los puestos en el gobierno como el medio más rápido y fácil para amasar riquezas, fueron la primera gran amenaza ideológica y política para un régimen que desde 1949, aplastó a sangre y fuego toda demanda en favor de libertades “burguesas”.
Los primeros desafíos, al igual que en el Movimiento del 4 de Mayo de 1919, vinieron de los estudiantes. Setenta años después, encabezan las demandas de una sociedad que sufría ya las consecuencias de las medidas implantadas por Teng Tsiao-ping. Las protestas conocidas como la revuelta de Tien An-men, se registraron entre el 15 de abril y el 4 de junio de 1989.
Los manifestantes provenían de diferentes grupos; había estudiantes e intelectuales que veían al gobierno y al Partido Comunista como represores y totalmente corrompidos, hasta obreros que pensaban que las reformas habían ido demasiado lejos y sus consecuencias, como la inflación y el desempleo, amenazaban ya su nivel de vida.
Las protestas dividieron al Comité Central del Partido Comunista; la razón, la respuesta que debía darse a los manifestantes y cómo tomar sus demandas. La decisión tomada, fue suprimir las protestas por la fuerza sin ceder a sus reivindicaciones.
El gobierno declaró la ley marcial y el 3 de junio por la noche, envió tanques y la infantería del Ejército Popular de Liberación a la plaza para disolver la protesta. Tras la violencia desatada contra los manifestantes, el gobierno buscó suprimir a los líderes del movimiento; expulsó a la prensa extranjera, y controló la cobertura de lo sucedido en la prensa china.
Diez años después de su consolidación como líder supremo, Teng Tsiao-ping demostró que no vacilaría en aplastar cualquier oposición a la política del famoso gato; el precio a pagar, era nada frente al futuro que él y los suyos veían para China.
El viernes concluiremos, ya sin el dictador chino en México, este breve recorrido; como dije el viernes, espero demostrar que China y su gobierno no son como se pintan y menos son, como muchos ya pregonan aquí, el modelo a seguir para México.

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