07 junio, 2013

La generación de 1915

José Rubinstein
La generación de 1915
Una fotografía de 1914 en el patio de la Escuela Nacional Preparatoria en la que más de un centenar de alumnos rodean a sus profesores, todos de traje y corbata, correspondiente a la posteriormente conocida como generación de 1915, la de los Siete Sabios, cuyas edades entonces fluctuaban entre 17 y 21 años, fue el detonante del presente artículo.

Prácticamente un siglo atrás, en plena Revolución, un núcleo de jóvenes estudiantes asumieron la responsabilidad de participar en un nuevo proyecto nacional. Las cabezas visibles de este grupo, algunos de los cuales ya cursaban estudios de jurisprudencia fueron: Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morin, Alfonso Caso, Teófilo Olea y Leyva, Miguel Palacios Macedo, Alberto Vásquez del Mercado, Manuel Toussaint, Narciso Bassols, Antonio Castro Leal y Daniel Cosío Villegas. Cierto, ni eran siete ni todos del todo sabios.
Los jóvenes mencionados asumieron el desafío de liderar un recambio generacional, a través del recién creado Ateneo de la Juventud, además de la Sociedad de Conferencias y Conciertos, desfogando inquietudes literarias y estéticas, concientizando a la juventud sobre asuntos sociales, educativos, jurídicos y laborales.
En 1917, dicho grupo generacional asumió la defensa de la autonomía universitaria, la cual fue otorgada en 1929 por Emilio Portes Gil.
A partir de 1920, buena parte de los elementos del aludido grupo pasaron a ocupar puestos en la recién creada Secretaría de Educación Pública, en Hacienda y en el Gobierno del Distrito Federal.
José Vasconcelos, al frente de la SEP con su ambicioso proyecto de renovación cultural y educativa, ejerció un fuerte liderazgo intelectual sobre gran parte de la generación de 1915. La intención de abrir espacios políticos a académicos teóricos como edificadores de un nuevo orden social no prosperó. El potencial de esta nueva generación poco pudo hacer para evitar el fracaso de una Revolución, que sólo se impuso por el uso de las armas.
La truncada aspiración presidencial de Vasconcelos cundió en el ánimo juvenil de sus colaboradores. En palabras de Octavio Paz: “El intelectual se convirtió en el consejero secreto o público del General analfabeto, del líder campesino o sindical, del Caudillo en el poder”.
Considerable número de miembros de la generación de 1915 contribuyó a la creación de trascendentes instituciones del México del pasado siglo. El limitado espacio sólo me permite citar tres casos:
Manuel Gómez Morin, abogado, relevante fundador y primer presidente del Consejo del Banco de México, creador de la Ley de Crédito Agrícola, rector de la UNAM, forjador del Banco Nacional Hipotecario y del Banco Nacional de Obras Públicas. Fundador del Partido Acción Nacional.
Vicente Lombardo Toledano, colaborador de José Vasconcelos en la creación de la SEP, jefe de Bibliotecas, director de la Preparatoria Nacional, dirigente sindical, cofundador de la CTM y su secretario general de 1936 a 1940, filósofo, historiador e ideólogo de tendencia marxista. Fundador del Partido Popular Socialista.
Alfonso Caso se concentró en torno al pasado prehispánico de México, pilar de la antropología, arqueología e indigenismo mexicano, responsable de la exploración a Monte Albán, rector de la UNAM, fundador del Instituto Nacional Indigenista, miembro fundador del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Historia.
A un siglo del surgimiento del movimiento juvenil que en medio de la zozobra revolucionaria pugnó por incorporar valores sociales, educativos, jurídicos, laborales, morales y culturales a su generación, hago votos porque la inminente generación de 2015 se aboque a ejercer las distintas ramas del ser, el saber y el hacer.

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