06 junio, 2013

Nuevos enfoques sobre las drogas



Nuevos enfoques sobre las drogas

Diódoro Carrasco Altamirano


 Recientemente se ha divulgado un informe de la OEA sobre lo que se ha dado en llamar, sin eufemismos, “el problema de las drogas” en nuestro continente. 
El informe registra que el debate sobre este problema se ha hecho más activo e intenso en los dos últimos años, lo que se explica en función de fenómenos como los intensos niveles de violencia asociados al narcotráfico —especialmente en países afectados por la producción, tránsito y tráfico de drogas ilegales—, que han sido, sin duda, el factor principal de alarma, lo que ha llevado a las autoridades del más alto nivel a involucrarse de manera más activa en este debate.
 
Otros factores determinantes de esta actitud han sido los cambios en los patrones de consumo de drogas en el hemisferio, la mayor prevalencia de este consumo, la violencia que afecta a los grupos más vulnerables de la sociedad y la demanda creciente de servicios de salud para el tratamiento de las adicciones, sostiene el informe.

El informe reconoce la existencia de posiciones encontradas sobre el tema entre los líderes políticos, ex jefes de Estado, académicos, sociedad civil, etc., pues mientras unos sostienen la necesidad de un cambio radical en los enfoques, otros dicen que hay que dar más tiempo a las políticas públicas actualmente vigentes.

Existen puntos de consenso entre ambos planteamientos, por ejemplo, que la dependencia a las drogas es una enfermedad crónica que requiere la respuesta de un tratamiento de salud pública; coinciden, igualmente, en la necesidad de promover el control de drogas sobre la base de evidencia e incorporando el enfoque de género y la participación de la sociedad civil en la definición de las políticas. 

De igual manera ambos se concentran en la dimensión humana del problema al no caracterizar al consumidor de drogas como objeto exclusivo del sistema de justicia penal.

En la medida que avanza el debate es posible advertir que, no obstante el interés internacional que suscita el problema y todos los recursos que se han destinado a su análisis, “es poco lo que sabemos acerca de lo que funciona bien, y cómo utilizar buenas prácticas que no solo son conocidas, sino que están disponibles para su uso o réplica”.

De ahí el informe, que se ha dividido en dos apartados claramente diferenciados. La parte analítica, los “datos duros”, que implica realizar un amplio estudio técnico del consumo, producción, tránsito, comercio y dimensión del negocio de las drogas en el hemisferio, examinando al mismo tiempo las políticas públicas adoptadas para enfrentar los problemas de salud pública, ilegalidad y violencia que suscitan, así como su impacto social y político en nuestras sociedades.

De la otra parte, el “informe de escenarios”, es decir, de lo que puede o no ocurrir en función de que se adopten (o no) tales o cuales políticas públicas o estrategias. 

El informe es prolijo y sustancioso, y debe ser objeto de una lectura cuidadosa por los gobiernos y estudiosos interesados en el tema; por el momento, transcribo solamente algunas de las conclusiones más relevantes del mismo.

“El problema de las drogas es un tema hemisférico que involucra a todos los países y todos tienen responsabilidades, aunque diferenciadas, en la búsqueda de soluciones que reduzcan sustantivamente la adicción a las drogas, el riesgo para la población —especialmente los jóvenes— y la violencia criminal”.

“El problema de las drogas admite tratamientos distintos en cada una de sus fases y en los países en los cuales ellas tienen lugar. No existe una relación indisoluble entre el problema de las drogas y la situación de inseguridad en que viven muchos ciudadanos de las Américas, aunque ésta es diferente para cada país o grupo de países”.

“La inseguridad afecta más a aquellas sociedades en las cuales el Estado no está en condiciones de entregar respuestas eficaces. Ninguna situación de inseguridad es irresoluble, pero cada una de ellas exige una reacción diferente. Es necesario enfrentar el consumo de drogas con un enfoque de salud pública.”

En las legislaciones nacionales no parecen aconsejables cambios drásticos o dramáticos. Sin embargo, las tendencias existentes se inclinan a que la producción, venta y consumo de la mariguana puedan ser despenalizados o legalizados. El informe, en cambio, no encuentra ningún apoyo significativo en ningún país para la despenalización o legalización del tráfico de las demás drogas ilegales.

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